viernes, 17 de febrero de 2012

RESEÑA DE ARTÍCULOS ACADÉMICOS


EL PROCESO DE PAZ PALESTINO-ISRAELÍ




El presidente estadounidense, Barack Obama, habría aparcado el proyecto del Escudo de Misiles Antibalísticos (NDM), (considerado por Putin como una amenaza directa a Rusia), que comprendía la instalación de una base de misiles interceptores en Polonia y otra de Radares en la República Checa y que entraría en funcionamiento en el 2011, sustituyéndolo por "un nuevo sistema de defensa antimisil móvil" para contrarrestar las amenazas de ataques con misiles de corto y medio alcance por parte de Irán capaces de alcanzar a Europa, pero tras esta espectacular declaración, se escondería una jugada maquiavélica que intentaría convertir a Rusia en colaborador necesario en la salvaguarda de la paz y estabilidad mundiales.
Fracaso de las conversaciones entre Hamás y Abbas para la constitución de un gobierno de unidad palestino: Abu Mazen, Presidente de la Autoridad Palestina desde enero de 2005, arquitecto de los Acuerdos de Oslo firmados en 1993,y decidido partidario del diálogo para abordar el eterno conflicto con Israel, amaga con la retirada de la vida política al sentirse defraudado y hastiado por los procesos de paz que la inmensa mayoría de los palestinos considera dos décadas de tomadura de pelo; estar desacreditado ante sus compatriotas por sus repetidos fracasos a la hora de frenar la ocupación y por demorar en Naciones Unidas el informe que acusa a Israel de perpetrar crímenes de guerra en Gaza y ser detestado por sus rivales de Hamás que le consideran un presidente ilegítimo desde que su mandato finalizara en enero pasado.
Enfriamiento de las relaciones Obama-Israel: Obama, tras intervenir en una convención anual de la mayor organización del lobby judío en Estados Unidos AIPAC (American Israel Public Affairs Committe) y garantizar el tradicional apoyo incondicional de EE.UU a Israel y reafirmar que “Jerusalén seguirá siendo capital indivisible de Israel", habría conseguido el rechazo de las distintas facciones palestinas.[1]
Ello, aunado con las acusaciones vertidas por los países árabes de una tácita complicidad con Israel en la "operación Plomo Fundido" (invasión de la Franja de Gaza) y de un deslizamiento del Gobierno de EEUU hacia posiciones prosionistas por la presunta pertenencia al "lobby" judío de parte de los miembros de su Gabinete, habría obligado a Obama a enviar un enviado especial a la zona (el ex senador Mitchell) para intentar impulsar las negociaciones de paz tras los previos sondeos de rigor , pero tras los escaso avances conseguidos tras un año de conversaciones a tres bandas, la situación se habría agravado con la constitución por el primer ministro Benjamin Netanyahu de un Gobierno de Coalición poco proclive a las tesis palestinas y partidario de continuar la política de expansión de asentamientos judíos.








EL CONFLICTO ÁRABE-ISRAELÍ. Una visión no estatolátrica
José F. Durán Velasco

La deconstrucción del proyecto sionista en Palestina es un fenómeno creciente en el ámbito académico, tanto dentro como fuera de Israel. Sin embargo, no es tan habitual encontrar textos que propongan, un análisis del sionismo de uno de sus principales componentes ideológicos: la estatolatría, entendida como culto al Estado-nación moderno.[1]
En consecuencia, Durán Velasco sostiene que el sionismo –nutrido desde la cuna con un cerrado y excluyente «etno-confesionalismo»– no difiere esencialmente del resto de nacionalismos colonialistas y eurocéntricos surgidos en el siglo XIX, aunque la aplicación de su imperativo plan estatolátrico sobre un territorio, desde aquel entonces habitaba una inmensa mayoría de no judíos hará de él un movimiento particularmente nocivo, para una comunidad autóctona palestina que empezaba a ser impulsado por judíos ashkenazis, el sionismo pronto devino tan racista y conflictivo, anteponiendo la creación de un Estado étnico propio a cualquier consideración internacionalista, humanista o simplemente humana. La evolución histórica del sionismo vendría a confirmar esa deriva «etnomaníaca», consagrada por la presunta legitimidad que parece emanar de la consumación de su sueño estatolátrico, convertido en la pesadilla ya centenaria del relegado pueblo palestino.[2]














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